lunes, 18 de junio de 2012

La voluntad de fuego


la voluntad de fuego

En la ultima de la noches de evento Innovate4Good tuve el gusto de conocer y conversar con una ejemplar e inspiradora mujer venezolana, la conversación inició con el tema de que en Costa Rica les decimos llaves mayas a las memoras flash USB, sin embargo pronto comenzamos a hablar sobre el evento, le platiqué sobre las cosas geniales que logré experimentar compartiendo con las personas que fueron elegidas para representar a sus respectivos países y de paso le conté sobre las cosas que no me había parecido tan inspiradoras.

Por supuesto en un momento  le pregunté que había logrado observar ella del evento, y me comenzó a platicar de lo mucho que le conmovía observar a tantas personas jóvenes que tienen apetito por crecer, por volver sus sueños realidad… sueños que ella alguna ves también tuvo.

Después de contarle sobre la forma en la que ahora veo el mundo y en los sueños que tengo para el futuro, no pude evitar decirle, “'¿Cual es tu historia?” y comenzó lo bueno.

Me dijo, “yo antes era una chica loca” fui bohemia, estudiante, voluntaria, soñadora, reportera furtiva y ahora madre y empresaria, cuando tuve la edad de ustedes, también compartía sueños como los que ustedes están trabajando en este evento, todavía los tengo y espero llegar a cumplirlos algún día.

No pude sentirme más conmovido cuando me dijo, “no es necesario ser un Bill Gates para cambiar el mundo", una sonrisa se dibujo en mi rostro y luego me contó cuando tuvo la oportunidad de asistir en una obra caritativa de Microsoft a un alejado lugar de Venezuela, al sur del país en una diminuta aldea indígena, donde la humildad esta a flor de piel y aunque parezca ilógico no se pueden pescar en los ríos ya que los químicos que se utilizan para la minería los contaminan terriblemente, pero algo que le llamó la atención en aquel lugar, fue que se encontró con una señora ya avanzada en edad que vivía en ese lugar desde hace varios años procedente de Barcelona-España, a pesar de tener hijos y esposo en España ella decidió dedicarse al voluntariado y enseñarles a los aldeanos de esas alejadas y olvidadas tierras venezolanas, como sembrar la tierra y alimentarse de ello, sin importar dejar atrás todas las comodidades de un mundo moderno, ella necesitaba sentirse útil y ayudar a personas que sin importar que fueran totalmente desconocidas necesitaban AYUDA, esa ayuda puede cambiar vidas… cambiar el mundo.

Y le dije: “Dicen que no hay mejor sentimiento que cuando ayudamos a otra persona” y la venezolana con su hermoso acento no dudo en concordar conmigo. Luego me contó que después de conocer una historia tan impactante, sintió la necesidad de seguir el ejemplo, abandonar todo e irse a ayudar personas en lugares desconocidos, pero, luego vemos que no es el momento todavía.

Sin embargo si participo en varias oportunidades en programas de voluntariado, claro que sin abandonar totalmente su vida como la ejemplar española que había conocido. Me comento los hermosos lugares que había visto gracias a esos proyectos, lugares como “El salto del ángel” y “El cañón del diablo”, territorios donde recuperó algo que la mayoría de las personas hemos perdido, ese vínculo con la naturaleza, un vinculo que nos hace uno con la naturaleza, donde dejamos de temerle y verla como algo extraño y ajeno, para pasar a convertirse en algo autóctono, amable, inspirador y motivador. Esta experiencia le ayudo a obtener un equilibrio que nunca antes había sentido.

Cuando terminó de contarme su fascinante historia le dije en tono de broma: “estuvo un poco aburrida”, y ahora la sonrisa se dibujo en el rostro de ella.

Al final concluímos que la mejor de las experiencias que pueden llegar a tener las personas es ofrecer de forma incondicional su ayudar a los demás seres humanos, y siempre predicar esta filosofía con el ejemplo. No pude evitar pensar en este sentimiento como la “Voluntad de fuego”.

Espero que hayan logrado entender lo que yo terminé de entender ese día, y si no es así, espero que lo lleguen a entender en el futuro ya que nunca es tarde para entenderlo.

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